Existe una ciudad en el mundo que compite por ser el próximo centro económico mundial. Para conseguir este reconocimiento, son necesarios múltiples factores relacionados con la cultura, el capital, la visión empresarial, etc. En este caso, Dubai esta consiguiendo en base a un crecimiento espectacular y exponencial, una posición de privilegio dentro de estos núcleos económicos más relevantes del mundo.

La expansión está sustentada por el cambio de modelo generador de riqueza. Anteriormente era el petróleo el núcleo en el que se sustentaba la economía nacional. En la actualidad, ante la escasez cada vez más marcada del oro negro, Dubai basa su crecimiento en el turismo de calidad, generando a su vez distintas actividades económicas derivadas. La construcción de grandes centros turísticos con un posicionamiento de lujo, genera tanto a turistas como a empresas occidentales un interés para tomar en cuenta Dubai dentro de sus posibilidades.

A su vez, la fluctuación de turistas y ejecutivos con alto poder adquisitivo genera un entramado de negocios complementarios de origen europeo y estadounidense parecido al del actual centro mundial, la Gran Manzana. Todos estos factores representan la vitalidad de la ciudad, orientada claramente a los visitantes occidentales, pero a su vez sin perder ni un ápice de su tradición y cultura, fuertemente arraigada. Asimismo, es común observar “voladas” de halcones junto a ejecutivos en limusinas, o compartir mesa junto al terminal móvil de última generación y una taza del mejor té local.

Con estos objetivos a medio plazo, la apuesta por orientar la expansión al turismo y a los negocios ha derivado en el nacimiento del mayor complejo construido sobre el mar, las islas “Palm”, también la construcción de la torre “Burj-Dubai”, el rascacielos más alto del mundo, muestras inequívocas sobre un proyecto firme y con una visión a medio plazo y duradera en el tiempo.