La innovación es cambio, lo cual implica ruptura y novedad. La innovación nos lleva a aprovechar la situación, escuchar al mercado, remover estructuras, es decir, a ser competitivo, ser distinto, ser mejor, tener las llaves maestras que nos abran nuevas posibilidades de negocio y nuevos mercados. En un mundo que acaba de recibir de forma global el diagnóstico de recesión, y en un ambiente en el que la palabra “crisis” es la más utilizada; en este contexto, hay que empezar a buscar vías alternas y la innovación puede ser ese valor que diferencia en positivo a las empresas y a las personas.
En estos tiempos de crisis, aplica la frase que dice: “Que en tiempos de fuertes vientos, había personas que construían refugios, y otras personas que construían molinos para aprovechar esos vientos, esa energía”. Los innovadores serían los constructores de molinos, y por quienes hay que apostar, es decir, en estos tiempos de fuertísimos y desagradables vientos, lejos de abandonar nuestra apuesta por la innovación, (construir molinos), debemos reforzar nuestra apuesta por ella, lo que nos llevará a obtener un beneficio de la situación.
Ahora es cuando la innovación encuentra un escenario natural donde puede desenvolverse y desarrollar todo su potencial, demostrando que es la solución más adecuada y que debe quedarse en nuestra vida empresarial y personal. Por eso, ahora más que nunca, este es el momento de hacer de la innovación el eje dinamizador de nuestra competitividad. Esto supone pasar de concebir la innovación como un elemento exclusivamente motivador para salir de la crisis, a considerar a la innovación como un elemento estratégico para este fin.
De esta manera, este cambio verdaderamente revolucionario nos permitirá hablar de una sociedad innovadora, que es ya un proceso irreversible: es la nueva sociedad que viene, es la cultura que se impone, tanto para empresas como para personas pertenecientes a la población económicamente activa o con perspectivas de pertenecer a ella.
Este cambio se está produciendo con la innovación y, en este proceso, la situación de la crisis actual, lejos de frenarlo, debe facilitarlo. Quienes entiendan este proceso estarán en disposición de ser la punta de la lanza en el nuevo estadio de competitividad. Queramos o no, la innovación llegó para quedarse y el reto está en asumir su carácter estratégico y esto no será fácil.
¿Quién dijo que innovar era fácil? Nadie, pero contando con la mentalidad para ello, la creencia de que es el vehículo más rápido y más adecuado para ser diferente, para ser mejor, para ser más competitivo, para satisfacer los mercados más exigentes, tendremos el primer paso. Las cuestiones son ¿cómo lograrlo? y ¿quién me apoyará en este camino?
Absolutamente, existen herramientas y personas experimentadas con una mentalidad totalmente innovadora que detectan, crean, implementan y/o desarrollan innovación en cualquiera de los procesos de un negocio, de un proyecto o de una reestructuración de un sistema. Las empresas deben ser conscientes de que estos medios están a su disposición y no deben escatimar esfuerzos para utilizarlos.